A sabiendas de que esto puede estar un tanto polémico por lo que es Linux, el
software libre y sus comunidades, la Secretaria de Comunicaciones y Transportes,
en cooperación con otras instituciones, abren la posibilidad de realizar el
examen de certificación para administrador de sistemas (EXT200) de la empresa
RedHat.
Acabo de pagar otro año de hosting con la gente de Xpress. Otro año
también de mi bolsillo, por mantener la página del grupo de alguna forma
viva. O zombie, si se quiere.
No me fijé y la fecha límite de pago fue el 15 de febrero. Así que tuve
que pagar recargos:
Plan xPro - glib.org.mx (15/02/2015 - 14/02/2016) $899.00 pesos
Cargo por Demora (Agregado 18/02/2015) $156.43 pesos
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Sub Total: $1,055.43 pesos
16.00% IVA: $168.87 pesos
Total: $1,224.30 pesos
El título de esta entrada es demasiado ambicioso e impone unas expectativas
difíciles de cumplir. Por tanto, debo advertir que me limitaré a enumerar una
serie de eventos que han ocurrido últimamente en la esfera del software libre
relacionados con el feminismo.
Me posiciono y parto de una premisa: la diversidad es vital para el desarrollo
de cualquier organización. Para que esta diversidad florezca es indispensable la
igualdad material y social de los individuos que la componen, abrazando y
celebrando así sus diferencias específicas e individuales.
Llegado a este punto cabe preguntarse ¿Qué es el feminismo? Pues es la búsqueda
de esa igualdad entre mujeres y hombres. No faltará el
cuñado
que zanje el problema diciendo “todos nacemos iguales ante la ley, todos somos
ciudadanos” y se queda tan ancho. Ignora por completo las relaciones
estructurales enraizadas en la sociedad. Parte de la suposición de que las
legislación define la realidad, y si ésta no se ajusta a la ley, la
responsabilidad recae en los individuos.
En la esfera del software libre han existido muchas guerras “santas”, donde los
proponentes de un software se enzarzan con los proponentes de otro software que
tiene objetivos similares la primero: emacs vs vi, KDE vs GNOME, etcétera.
Una de estas épicas batallas, y la más reciente, es la lucha por ser el primer
proceso de usuario al iniciar el sistema operativo, en este caso, Linux.
El procesamiento de vídeo es muy costoso en términos computacionales. Para tener
una idea de lo intensivo en datos que es, baste decir que por cada fotograma
(frame) de alta definición hay que procesar alrededor de 2 millones de
pixeles, desplegando entre
25 y 60 fotogramas por segundo. Ahora, la operación de decodificar un píxel no
es sencilla, hablamos de estructuras de entre 24 y 32 bits extraídos de datos
codificados y comprimidos que utilizan algoritmos como la transformada rápida
de Fourier, entre otros.
Debido a que el procesamiento de multimedia consumía la mayor parte del
procesador central, los fabricantes y diseñadores de hardware, desde hace una
década aproximadamente, se han dedicado a añadir hardware exclusivamente para el
procesamiento de multimedia, liberando así al procesador central para que
pudiera atender otras peticiones del usuario, simultáneamente al procesamiento
multimedia.
Pero una vez añadido el hardware el problema no termina, los desarrolladores de
software deben tener una interfaz para utilizar dicho hardware. Y cada
fabricante, deseando mantener su nicho, ofrece su propia interfaz. En el caso de
Nvidia tenemos VDPAU (Video Decode and
Presentation API for Unix); Intel, por su parte ofrece
VAAPI (Video Acceleration API); AMD
Graphics, a su vez publicó
XvBA (X-Video
Bitstream Acceleration). En el mundillo de ARM la cosa es aún más caótica,
aunque todo indica que los fabricantes se están decantando por
v4l2 (Video4Linux versión 2).